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Rendida a tí...



"Llegaste de noche, a oscuras, susurrabas mi nombre, y mis ojos te buscaban en la oscuridad. Notaba tus manos, como acariciaban mi piel, y como finas telas rodeaban mis muñecas. Buscaba tu boca, pero solo encontraba tu aliento, y mis ojos dejaron de ver cuando la suavidad de la seda los taparon, apretaste con fuerza.
Me izaste de la cama, solo note tu brazos en mi espalda, intente abrazarte, pero mis brazos inmovilizados solo se dejaron caer en mi vientre.
Me dejaste en pie, en medio de la nada. Vacía, y sola, en la oscuridad de mis pensamientos, en la soledad de mi cuerpo. Y el miedo me invadió cuando note tu calor que se alejaba.
Ruido de cadenas, látigos en el aire, golpes en el suelo, temblor de mis piernas.
Espero el castigo, mi merecido castigo.
Recuradme como empezamos y como llegamos a estos extremos.
Has regresado del silencio, y tus dedos me han acariciado, pero eso no me ha aliviado, el miedo me ha invadido. No he oído tu voz, no me has hablado, tus dedos rozan mis labios, los besos pero ellos se apartan los busco pero ya no los encuentro.
Levantas mis brazos, no necesitas atarlos, ahí se quedan hasta que tu me mandes que los baje. Colocas tu pie entre los mis, i despacio separas mis piernas. Tus manos me rozan, entre mis pechos van bajando, entre mis piernas se paran. Tu calor se acerca, y mi cuerpo tiembla, tu voz resuena como truenos en mi cabeza : “no te corras, esto es mío y solo yo decido”. Mis piernas tiemblan. Tu mano aprieta con fuerza y un leve gemido sale de mi boca.
Siento de nuevo el frío cuando tu cuerpo se separa del mío.
Ruido de cadenas, látigos en el aíre, golpes en el suelo, temblor de mis piernas.
Espero el castigo, mi merecido castigo.
Tiempo pasa, larga espera, mis piernas flaquean. No estas a mi lado, pero se que me observas. Quieres mi rendición, mis rodillas, deben caer, es la tercera vez que esperas, sentado observando, mirando como mi cuerpo se debilita, este es mi castigo, pero mi mente resiste, es el orgullo.
La primera vez el látigo acaricio mi piel virgen de golpes, leves marcas todavía se ven, tus dedos las han recorrido varias veces, suavemente. La segunda vez gotas de cera, has dejado caer, leves manchas rojizas han quedado que con suavidad después has acariciado. Es la tercera vez que esperas, mi cuerpo también. Es una guerra de fuerzas, pero por fin has visto mi debilidad. Sentado esperas, solo observas. Mi piernas se debilitan y tiemblan, pero mis rodillas no flaquean. Tiempo pasa, larga espera, a que esperas? Castiga mi cuerpo pues tuyo es hace tiempo. Pero tu en silencio esperas. Horas pasan, y me siento vacía, me siento sola, mi mente piensa, demasiadas horas, sin tu voz, sin tu manos, sin tu cuerpo. Mi mente flaquea. Eso es lo que buscas, y por fin te das cuenta, no es mi cuerpo el que deseas hacerme arrodillar es mi mente la que quieres doblegar, y ahora lo ves, estas a punto de romper el muro que detiene tu dominio."
 
En silencio estas, observando, mirando y finalmente una sonrisa en tu cara se esboza, porque mi cuerpo se a vuelto a erguir, y eso te da la señal, sabes que ahora es mi mente la que se desmorona.
“Ven y arrodíllate ante mi, tu Amo te llama”. Mi mente no puede pensar, eso es lo que quieres doblegar, mis piernas tiemblan, y mis ojos en la oscuridad de la seda mojados están, todo mi cuerpo tiembla, ha llegado mi fin. Segundos interminables mientras mis rodillas ceden ante el peso de tu voz, segundos suficientes para que tus brazos me recojan ante la caída al abismo. Finalmente me tienes a tus pies, ni látigos ni cadenas me han hecho ceder, solo la simple espera, tu voz y tu larga paciencia, han hecho de mi tu mas humilde sumisa.

(de diario de una sumisa real)