El deseo de complacer a tu Señor te convierte en su esclavo. La perfección es la meta que tenemos, la que nos hace avanzar a pesar de que en el fondo sabemos nunca terminaremos de alcanzar. Esa verdad nos causa una herida cuyo dolor no nos deja descansar.
Los castigos que me impone mi Amo y que busco con ansiedad son el remedio que me distrae por momentos de ese otro dolor profundo que se nunca me abandonará.
Presentir el dolor que me causaría ser despreciado por mi Señor, me ha ayudado muchas veces a dominar mi físico en pruebas muy duras. Cuando tortura mi cuerpo animal este se expresa y le trasmite a mi Amo la intensidad del dolor que me causa; eso le causa gozo y ese placer de mi Dueño se expresa en su cuerpo y vuelve a mi.
El camino es muy dificil de transitar pero al final la satisfacción es mucha porque no es egoísta, habrás satisfecho a tu Amo, tal vez El quiera repetir contigo esa busqueda de placer, esperarás esa oportunidad y así tendrás una razón para seguir viviendo.
áyax
